lunes, 23 de junio de 2008

Ciencia, política, contaminación atmosférica y salud

La contaminación del aire es una de las prioridades mundiales más importantes en materia de salud pública, según la Organización Mundial de la Salud. Según un estudio publicado en Ginebra en el año 2003, este tipo de contaminación es la responsable de 1´4 muertes en el mundo. Y la mitad de estas muertes es debido a los gases emitidos por los vehículos a motor.

En los últimos tiempos, estudios realizados en varias ciudades del planeta, demuestran que aun por debajo de los límites considerados normales en cuanto a contaminación atmosférica, los incrementos de gases contaminantes en la atmósfera se asocian con el incremento de aparición de enfermedades respiratorias. Esto ha hecho que en la Unión Europea ya se hayan puesto en marcha políticas para reducir los niveles de emisión de contaminantes. Así ocurre con la Directiva de la UE 1999/30/CE que marca recortes importantes en los niveles permitidos de gases contaminantes en un horizonte de adaptación. Señalar que con “horizonte de adaptación” queremos indicar el tiempo habitual para asimilación por el entorno de nuevos gases contaminantes, horizonte que en ningún caso será reservado en el caso de la M50 siendo una aparición drástica (con las salidas de los dos túneles a escasos metros del polideportivo) de gases en nuestro entorno inmediato.

Son los estudios ecológicos con series temporales los que se usan para demostrar la afección de las contaminaciones atmosféricas en distintas franjas de población. En ellos se analizan y relacionan las variaciones de exposición de la población a contaminantes, con algunos indicadores de los niveles de salud tales como número de ingresos en hospitales de la zona, defunciones, etc. La ventaja que tienen estas mediciones ecológicas con serie temporales es que otras variantes de posibles enfermedades (tabaquismo, edad, ocupación, etc) quedan estables, observando exclusivamente las consecuencias del nuevo elemento a analizar. De ese modo las distorsiones cara a la medición de esas variables basales, quedan reducidas. En todas partes el mundo se realizan estudios de este tipo, siendo en Madrid, Valencia, Barcelona, las metrópolis estudiadas de España. En España hay además otros dos estudios más generales que analizan la influencia de los gases contaminantes en la población de 16 ciudades lo que supone una muestra sobre más de 10 millones de habitantes. Y todos estos trabajos muestran la existencia de una relación significativa entre los niveles de polución ambiental y los daños en salud. Los trabajos a los que nos referimos son: Díaz, J. et al. “Modelling o fair pollution and its relationship with mortality and morbidity in Madrid, Spain” presente en el Int Arch Occup Environ Health de 1999; el estudio de Sunyer, J. “Urban air pollution and chronic obstructive pulmonary disease: a review” en Eur Respir J de 2001; el artículo de 2002 de Ballester, F. “Contaminación atmosférica por partículas y salud en Valencia 1994-1996” y los proyectos EMECAM y EMECAS.

Además que la atmósfera contaminada tiene incidencia en la salud de las personas con asma (aumentado su incidencia), las reacciones alérgicas, bronquitis y las infecciones respiratorias.

Los niños y los mayores, la población con más riesgo.

Pero no todos los ciudadanos están expuestos al mismo impacto: los niños y las personas mayores son los sectores más vulnerables a la contaminación atmosférica. Los niños, respiran más rápido y juegan al aire libre más a menudo, sumado a que al tener un menor peso, la incidencia de los contaminantes en su organismo es mayor. Además, debido al constante proceso de desarrollo y crecimiento, su sistema inmunológico y órganos no están del todo maduros. A su vez sus vías respiratorias son más estrechas por lo que la obstrucción de las mismas es mayor. Eso hace que según la OMS cada año 5 millones de niños mueran por problemas relacionados con la contaminación del aire.

Así el equipo investigador del profesor Díaz anteriormente mencionado, estudio realizado sobre la mortalidad diaria en Madrid de niños menores de 10 años entre 1986 y 1997, relaciona la existencia de dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, partículas totales en suspensión y ozono (todas estas sustancias presentes en las salidas de los túneles de la M50 cercanos al polideportivo de San Sebastián de los Reyes), con el número de ingresos de niños menores de 10 años en el Hospital Gregorio Marañón en ese tiempo. Demuestra con claridad que las partículas en suspensión (PST) son el contaminante que más se asocia con el incremento de muertes e ingresos hospitalarios de niños menores de 10 años y con una incidencia mayor a la de la población en general. Es de señalar que estas afecciones crecen aún más en verano, debido a la mayor práctica del deporte y tiempo pasado al aire libre. En esta época del año las incidencias relacionadas con la contaminación de la atmósfera se disparan. De ese modo con un incremento de la presencia diaria hasta más 100 unidades/gramo por metro cúbico de PST, la mortalidad infantil se incrementa de 0,67 menores por día, hasta un 1,03 por día.

A la vez la mortalidad infantil relacionada con la calidad del aire, se triplica con que haya un incremento de 25 unidades por gramo en metro cúbico, en la concentración de partículas en suspensión y se duplica para un mismo incremento de dióxido de azufre. Además hay que indicar que estos estudios no miden la influencia del ozono troposférico sobre los niños, ya que las mediciones del estudio fueron realizadas dentro del núcleo madrileño, siendo conocedores de que este material se encuentra principalmente en la periferia de nuestros núcleos urbanos. Por ello es probable que si el estudio se extendiera a toda la CAM, las afecciones sobre la salud que tiene el ozono troposférico, fueran mayores que las que tienen las partículas en suspensión.

Finalmente hemos de señalar que el periodo de muestreo de estos estudios es relativamente corto (10 años) no pudiendo extraer de él consecuencias a largo plazo sobre la salud de los más pequeños. Lo que sí es digno de señalar es que si se hicieran, seguramente arrojaría resultados similares a los del proyecto APHEA 2001 (Air Pollution and Health: a European Approach) que vincula la reducción de contaminantes con la reducción de muertes e ingresos hospitalarios.

Todos estos estudios justifican la necesidad de la adopción de medidas por parte de las autoridades en estos temas, a fin de cumplir con la normativa española marcada por el Real Decreto 1073/2002, que para las partículas en suspensión marca que en el año 2010 la presencia de estas dañinas partículas debería ser de 20 unidades por gramo en metro cúbico, valor muy por debajo del que actualmente tenemos en Madrid y del que tendremos una vez que la M50, con sus túneles arrojando humos a 200 metros del Polideportivo en Sanse, tendremos.

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