miércoles, 29 de octubre de 2008

Ozono troposférico y carreteras


Una de las principales causas de la actual contaminación ambiental es el tráfico motorizado. Esta contaminación ha ido en aumento en los últimos años debido a la constante construcción de autopistas y carreteras, que ha generado un crecimiento urbanístico disperso y llevando a que crezca sustancialmente tanto el número de desplazamientos en coche como su duración.

En este contexto surge el ozono ambiental o troposférico que se encuentra en zonas cercanas al suelo, y que no hay que confundir con el atmosférico que se encuentra en las capas más elevadas de la atmósfera, que produce efectos perjudiciales para nuestra salud.

Este ozono troposférico es un contaminante secundario que surge de la combinación de otros contaminantes emitidos directamente por el tráfico, como son el óxido de nitrógeno, compuestos orgánicos volátiles, monóxido de nitrógeno o partículas en suspensión.

Estos elementos, con una atmósfera soleada como ocurre en verano, sufren transformaciones fotoquímicas que dan como resultado partículas de ozono. Se explica entonces la mayor concentración de partículas de este tipo de ozono en los alrededores de las zonas metropolitanas y áreas densamente pobladas, debido a que estas partículas son generadas y puestas en la atmósfera por distintas actividades humanas, en particular, las emisiones del tráfico motorizado. Llama la atención que haya concentraciones más elevadas de ozono en las zonas periféricas que en los lugares de tráfico más denso, fenómeno que se explica debido a que para el surgimiento de este ozono troposférico es necesaria la acción de la luz, circunstancia dada con más facilidad en zonas externas de las metrópolis y núcleos urbanos, que en centros y cascos urbanos donde la incidencia de la luz sea menor.

Y los efectos sobre la salud de los altos niveles de ozono, van desde la pérdida de la capacidad respiratoria, hasta disminución de vitalidad, problemas en el sistema inmunológico, irritaciones de ojos o problemas cardíacos. Afecta especialmente ha personas con asma, con problemas de alergias o respiratorios, y a los niños y personas mayores por razones distintas. Se desaconseja por tanto la realización de actividades físicas, laborales o deportivas al aire libre, a partir de ciertos niveles. En especial se recomienda que niños y ancianos o personas con problemas respiratorios o que van a realizar algún gran esfuerzo o trabajo, no salgan al exterior en días en que la presencia de ozono troposférico es alta.

Así cuando se superan los límites permitidos, las autoridades deben informar a los ciudadanos. El problema está en que estas informaciones suelen llegar de forma tardía, principalmente días después de que sea realice las mediciones que indican que se han superado los niveles permitidos. Desde que los sistemas realizan las distintas mediciones y comprobaciones para concluir que los niveles son altos, el pico de presencia de ozono ha podido desaparecer. Eso hace que sea muy complicado evitar la exposición de la población a este tipo de peligros.

Por eso es necesario que las autoridades tomen medidas que actúen sobre su principal causa: el tráfico. Muy al contrario, muchas veces ponen en marcha acciones que promueven precisamente situaciones de tráfico insostenibles, como puede ser la actual dispersión urbanística, que requiere de más carreteras, más desplazamientos y más emisiones de gases por la combustión de los motores. De hecho, en la actualidad, la única forma en que el ozono disminuye es gracias a distintas condiciones meteorológicas o atmosféricas, como es la presencia de masas nubosas que reduzcan la llegada de luz solar al suelo o los vientos y corrientes de aire que se llevan las partículas contaminantes a otras zonas.

Es por ello, que la única solución para permitir que los ciudadanos puedan seguir respirando aire limpio, es con un plan de actuación o reducción del tráfico. Cada vez se demuestra más que de poco valen los catalizadores en los motores o el uso de combustibles más limpios. Se imponen las medidas que tengan como objetivo la reducción del uso del coche, la utilización del transporte público (que en la situación de traslados "obligatorios" actuales, como es la llegada al trabajo o a los núcleos de actividad, es necesario que sea eficaz), la promoción del uso de transportes no contaminantes (la bicicleta, la peatonalización de zonas) junto a la disminución de la necesidad de desplazarnos en coche. Esta última medida se ve más complicada en la medida que nuestra organizaciones urbanas giran en torno a grandes centros de consumo y ocio, cada vez más alejados y situados en el caso de Madrid, en concreto en las afueras de las ciudades situadas en las coronas de distribución del tráfico.

Es necesario por tanto revertir muchas de las inversiones dedicadas a promocionar y posibilitar cada vez más el transporte privado y por carretera, por otras enfocadas en desarrollar un transporte público eficaz que disuada del uso del coche.

Actuaciones de este tipo son la creación de carriles exclusivos para autobuses en las radiales y grandes vías urbanas, los aparcamientos disuasorios y para bicicletas en los intercambiadores de transporte, los carriles bici no sólo dedicados al ocio, y la peatonalización y recuperación de los espacios urbanos para los ciudadanos. Y claro está que ninguno de estos planes o estrategias compensatorias van a ser puestas en marcha con la construcción del último tramo de la M50.

No hay comentarios: